Muchas de las dificultades a las que se ven enfrentados los estudiantes con necesidades educativas especiales se deben a que tanto el profesorado como las familias, por diversos factores, han sido incapaces de desarrollar una mística de trabajo en equipo, donde todas las miradas que se tienen sobre los estudiantes, sean escuchadas, valoradas y reflejadas en la elaboración de un Plan Individual de Educación, que tenga siempre en vista, el bien superior del educando.
Dettmer, Knackendoffel y Thurston (2013) en su libro “Collaboration, Consultation, and Teamwork for Students with Special Needs” entregan algo de historia de la Educación Especial, enfatizando que el éxito no puede ser alcanzado trabajando en islas o en un ambiente segregado. Los roles de estudiantes y profesores son intercambiables, siempre presente en cualquier proceso educativo, es aun más evidente en el contexto de las necesidades educativas especiales. Los profesores de Educación General y Diferencial deben aprender del currículo de la otra especialidad, de manera que las aulas comunes sean la primera intervención con que se trate con las poblaciones excepcionales.
Como Profesora de un país en desarrollo, he observado que los enfoques colaborativos son la excepción más que la regla. Creo que se debe a las mismas razones expuestas por Dettmer et. al.: el miedo a mostrar inseguridad y no usar el tiempo de manera productiva, inhibiendo así las oportunidades de aprender de los pares. El enfoque “insular” resultante se torna difícil de romper, con nefastos resultados para los estudiantes.
Definir claramente lo que es la consultoría colaborativa educacional y lo que no es, resulta de vital importancia en un país como Chile. Como profesores, nos encontramos a menudo con “el experto” que nos dice lo que estamos haciendo incorrectamente y cómo deberíamos implementar un determinada técnica o procedimiento. Para ser realmente efectivos como consultores en equipos colaborativos, necesitamos una cierta técnica o procedimiento. Para ser consultores realmente efectivos en equipos colaborativos, es menester construir rapport y una buena relación con nuestros pares, para permitir que un real aprendizaje tome lugar tanto para estudiantes como para los profesores.
Analizando las experiencias de equipos de trabajo pedagógico en diferentes comunidades educativas, me ha permitido establecer que mejorar nuestra práctica como docentes, consultores y colaboradores es posible, sólo si nos basamos en un estricto proceso de reflexión sistemática, que contenga un análisis objetivo de datos medibles. Combinar estos aspectos con relaciones constructivas entre los pares, estudiantes y sus familias, promoverá el approach que necesitamos en nuestras escuelas.